2 feb 2010

Solidaridad con Haití


En estos días, estamos impresionadas por la tragedia que ha golpeado a nuestra gente en Haití. Más de 150.000 personas han perdido la vida, 250.000 han resultado heridas y millones han sido afectadas por el terremoto del pasado día 12.

La ayuda internacional llega lentamente, con los tiempos ineficaces y letales de los Estados, que responden claramente a sus prioridades. Nos parece increíble que se hable de "saqueos" cuando se trata de personas que están intentando alimentarse en una situación de emergencia.

Más de 60.000 mujeres están en peligro de muerte por estar embarazadas sin asistencia médica, mientras los Estados mandan ejércitos para asegurarse de que las fronteras y los centros comerciales estén protegidos, en vez de ayudar a quienes pedían ayuda entre los escombros.

Las autoridades religiosas, por otro lado, se permiten comentarios como el del obispo de San Sebastián, radical entre radicales, que hablaba de que la tragedia en Haití no podía compararse con la tragedia espiritual que vivimos en este país...

Pero la solidaridad, en Haití, se dio desde el mismo momento en el que sucedió la tragedia, porque la gente empezó a sacar a otras personas de entre los escombros, a llevarles con sus coches a los hospitales, a ayudarles a encontrar a aquienes faltaban, a encontrar comida y bebida en medio de una ciudad destrozada. Porque es la gente quien más abe y puede saber cómo ayudarse, cómo reconstruir y contrinuar la vida, cómo gestionar la solidaridad.

Es importante para nosotras solidarizarnos activamente, posicionarnos con la gente de Haití y desvelar las verdaderas preocupaciones de las instituciones, que no son cuidar la vida, que demuestran no ser capaces de gestionar decisiones tremendamente importantes para salvaguardarla. Es hora de que dejemos de confiar en ellas y empecemos a ser protagonistas.

Porque las mujeres somos muy capaces de cuidar de la vida, nos preocupamos por nuestra gente, la qe está más cerca y la que está más lejos (de hecho es algo que incluso utilizan los "humanitarios" militares, pues ahora distribuyen la ayuda a las mujeres haitianas para que sean éstas las que garanticen que va a llegar a los más necesitados); porque, como feministas revolucionarias, lo que nos concierne no es sólo lo que nos pasa a nosotras, y porque estamos convencidas de que liberar y aprender a desarrollar nuestras mejores capacidades puede ser fundamental para que la humanidad consiga vivir más feliz, aprendiendo a respetarnos, comunicarnos y cuidarnos mejor.


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